Breve Bosquejo Histórico de la Fundación


La Fundación Javier Barros Sierra A.C. es una asociación de carácter científico y tecnológico orientada a la prospectiva del desarrollo económico, social, cultural, etc., de México. Además de investigar sobre el quehacer de la prospectiva y de reflexionar sobre los futuros de largo plazo del país, tiene entre sus objetivos difundir y divulgar los resultados de sus actividades y contribuir a la formación de personas capacitadas en el campo de la prospectiva.

La Fundación se constituyó formalmente el 7 de marzo de 1975 gracias a que Emilio Rosenblueth Deutsch (1926-1994) generosamente donó para tal efecto el monto en efectivo (50,000 pesos MN) que recibió como ganador del Premio de Ciencias “Luis Elizondo 1973”.

El poder de convocatoria de los fundadores hizo que pronto se congregase alrededor de ella un conjunto de valiosos mexicanos, académicos, empresarios, funcionarios públicos, etc., genuinamente preocupados por los futuros de largo plazo del país.

Durante sus primeros años de vida la Fundación tuvo como sede al Palacio de Minería, en un espacio que le cedió la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México. No fue sino en 1980 cuando, gracias a un decreto presidencial, pudo trasladarse a instalaciones propias (sito en Carretera al Ajusco # 203, Col. Héroes de Padierna, Deleg. Tlalpan, México DF). Más tarde (abril de 2004) trasladaría temporalmente su sede a unas oficinas en Avenida de los Insurgentes, para regresar dos años después a sus instalaciones de Carretera al Ajusco.

En sus inicios la Fundación dedicó parte importante de sus esfuerzos a adquirir y divulgar conocimientos sobre el quehacer prospectivo, publicando una importante serie de cuadernillos sobre el mismo. Buena parte de sus estudios se orientaron entonces a la prospectiva del sector educativo del país. En 1981 la Fundación vivió momentos difíciles que la hicieron reorganizarse y reducirse en tamaño. Dos años más tarde la institución volvió a tomar impulso, diversificando los campos de aplicación de la prospectiva y en 1983 lanzó el proyecto Foro México 2010, uno de los primeros proyectos de prospectiva de alcance nacional global a nivel mundial. Como parte de dicho proyecto, en 1985 la Fundación convocó en la Ciudad de México a un primer encuentro de Estudios del Siglo XXI, en el que se reunieron investigadores de talla mundial que entonces dirigían proyectos de prospectiva de alcance nacional (Perú, Corea del Sur, Islandia, Polonia, etc.).

Durante su primera década la Fundación realizó diversas investigaciones sobre prospectiva en los campos de demografía, educación, economía, alimentación, empleo, tecnología, comunicaciones, transportes, biotecnología, comercio exterior y salud. Como parte de sus actividades construyó también algunos modelos cuantitativos de corte global sobre la economía mexicana.

Hacia 1984 Emilio Rosenblueth y Antonio Alonso empezaron a planear la constitución de un grupo de estudios de riesgo al interior de la Fundación (los estudios de riesgo y la prospectiva comparten la preocupación probabilística sobre la ocurrencia de eventos portadores de futuro y la evaluación de sus posibles impactos). El sismo ocurrido en la Ciudad de México en 1985, propició que se modificasen los planes, haciendo que el grupo previsto se convirtiese primero en un grupo de estudios de riesgo sísmico, y finalmente en un Centro de Investigaciones Sísmicas (CIS) y, asociado a éste, un Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES). Se creó así también un Centro de Estudios Prospectivos (CEPRO), que tomó las funciones originales en el campo de la prospectiva de la Fundación, para dejar a ésta como una organización paraguas de los tres centros. El Centro de Estudios Prospectivos continuó con la labor de estudio y reflexión sobre los futuros de largo plazo del país en muy diferentes sectores (comunicaciones, energía, transportes, educación, economía, salud, alimentos, etc.). La Fundación operó con los tres Centros citados hasta el año 2002, cuando el CIS y el CIRES se separaron de ella, y el CEPRO fue absorbido por la Fundación, la que recuperó así su identidad como institución dedicada exclusivamente a los estudios de los futuros.

El primer lustro del Siglo 21 fue de tránsito difícil para la Fundación por razones económicas y financieras. Por una parte, los fondos públicos y privados destinados a asociaciones civiles de carácter científico se vieron restringidos, lo que hizo prácticamente imposible sostener una planta de investigadores. Por otra, aunque el reconocimiento de la necesidad de realizar estudios de prospectiva en el país creció, ello no se tradujo en la disponibilidad de los recursos económicos que su realización requiere. Así, durante el primer lustro de este siglo, la Fundación hubo de conformarse con mantener un bajo perfil y reducir sus actividades. Afortunadamente los momentos más difíciles parecen haber quedado atrás.

Hoy la Fundación empieza a retomar con un nuevo ímpetu su papel como centro de reflexión sobre los futuros del país. La necesidad de que México cuente con grupos de estudio de los futuros de largo plazo, capaces de contribuir a la definición y análisis de proyectos alternativos de país, es evidente. La Fundación tiene ya una larga tradición de casi 35 años de actividad prospectiva. Dicha tradición debe aprovecharse. Estamos seguros de que, con el apoyo decidido de sus asociados y todos aquellos interesados en que el futuro no sorprenda al país de manera desagradable, la Fundación podrá cumplir cabalmente con el objeto que le fijan sus Estatutos: Estudiar los futuros de largo plazo del país.