Vol. 29, No. 6, Agosto 1997


Publicado en: martes 19, agosto, 1997

(1) «Repensando la ciencia» (Rethinking science), Jerome R Ravetz, Ziauddin Sardar (pp. 467-470).

(2) «El crepúsculo de la ciencia -Último de los ‘dioses'» (The twilight of science-Last of the ‘gods’), Rustum Roy (pp. 471-482).

Que la tecnología es la religión dominante del mundo y la ciencia su teología es un tema que el autor ha desarrollado durante dos décadas. Una vez que se eliminan las vallas lingüísticas, esta tesis aparece como auto-evidente, incluso trivial. La nueva proposición en este artículo es que de la misma manera que con todas las demás religiones, el público que sin duda continuará deseando (y pagando el precio de) los frutos de la tecno-religión no está muy seguro sobre cuál es el valor de la ciencia-teología. Definitivamente estamos siendo testigos del principio del fin de la primera teología universal y su dios, la ciencia.

(3) «La secularización de la ciencia y un nuevo trato para las políticas de ciencia» (The secularization of science and a new deal for science policy), Steve Fuller (pp. 483-503).

La secularización de la ciencia, por analogía con la separación de la iglesia y el estado, la privaría de todo financiamiento del estado, excepto donde impacta de manera directa sobre asuntos de políticas públicas. El autor argumenta a favor de una intensificación de esta tendencia, que ya está ocurriendo a través del mundo euro-estadounidense. Luego explora las implicaciones de política con cierto detalle, incluyendo precedentes históricos en actitudes de Nuevo Trato hacia el papel de la ciencia en la política pública. Empieza por revisar la secularización del cristianismo, que resulta estar atada íntimamente con la ascendencia social de las ciencias naturales. Luego explora condiciones más recientes que contribuyen a la secularización de la propia ciencia, postulando que el mayor apoyo del Estado durante la Guerra Fría a la investigación científica debe verse como una aberración histórica que actualmente está concluyendo. Sin embargo, el autor aún reserva un papel fuerte para el estado en la distribución pública del conocimiento ya existente, permaneciendo las universidades cómo su principal vehículo.

(4) «Ciencia cambiante y asegurando nuestro futuro» (Changing science and ensuring our future), SA Healy (pp. 505-517).

La ciencia no es estática sino dinámica. Un reto clave para su desarrollo es la reflexión y acomodo de debilidades, más que sólo fortalezas inherentes, tanto en sus prácticas como en sus estructuras y acomodos institucionales. Para ello es crucial un rango de asuntos que incluyen la incertidumbre, los asuntos contextuales, el involucramiento social amplio, la interdisciplinariedad y la facilitación de la reflexividad. Estas no son preocupaciones no relacionadas, autónomas, sino intrínsecamente interdependientes. Por ejemplo, la caracterización extendida y la representación de la incertidumbre, puede facilitar la integración entre lo que se ha visto como separado: lo técnico y lo contextual. Ello requerirá de prácticas reflexivas, involucrando a menudo un diálogo entre científicos y la comunidad más amplia. Mucho de esto se correlaciona con desarrollos recientes en la teoría social, tales como la concepción de la sociedad de riesgo, y tiene implicaciones importantes para las relaciones entre las ciencias naturales y sociales. Este artículo identifica, examina y describe estos cambios emergentes para la ciencia y sicute sus implicaciones más amplias.

(5) «El evento zenón: Ciencia y la aceleración de la historia» (The zeno event: Science and the acceleration of history), Juan Grompone (pp. 519-531).

Se acepta comúnmente que la revolución científica y tecnológica incrementa constantemente su velocidad. Existe una variedad de indicadores de este proceso, y una pregunta interesante, quizá importante, es si tienden o no a una conclusión común sobre el futuro de nuestra sociedad. En este estudio se examinan varios de tales indicadores, relativos tanto a procesos de corto plazo como de largo plazo. El estudio encuentra que hay acuerdo entre ellos, prediciendo una especie de «evento Zenón» alrededor de mediados del próximo siglo. Esta investigación sirve como señal para quienes desean estudiar la posibilidad de un evento límite tal; sus series de tiempo pueden probarse nuevamente en el futuro cercano. Si se corroboran, este enfoque puede servir como una alerta bien validada, de tal manera que podríamos no sólo estudiar el mundo del futuro sino también transformarlo.

(6) «La ciencia del ¿’qué tal si’?» (The science of ‘what-if?’), Jerome R Ravetz (pp. 533-539).

Una respuesta apropiada a los nuevos retos de la ciencia requerirá más que nuevos objetivos explícitos y organización social. Serán apropiadas nuevas preguntas conductoras. Las preguntas tradicionales de «qué/cómo» para la investigación y de «cómo/por qué» para los campos de diseño, serán complementadas por «qué tal si». Esto tuvo lugar previamente en las fases exploratorias de toda investigación; ahora se volverá un componente esencial de la ciencia «post-normal». Su forma impide los estilos dogmáticos y exclusivos que hasta ahora han sido dominantes en la ciencia tal como se aplica a los problemas de políticas; y se presta a un cuestionamiento abierto y a la participación pública.

(7) «Investigación por las personas, para las personas» (Research by the people, for the people), Richard Sclove (pp. 541-549).

La mayor parte de la investigación es llevada a cabo en nombre de las empresas privadas, los militares, los gobiernos nacionales, o en busca de los intereses intelectuales de la comunidad científica. El resultado es que las agendas de investigación a menudo favorecen a grupos de elite ayudándolos a mantener posiciones de privilegio. Los contribuyentes y los consumidores experimentan las consecuencias y pagan la cuenta. Poca investigación se realiza de manera directa a favor de los ciudadanos o las comunidades. Este artículo describe un enfoque alternativo, más democrático. La «investigación basada en la comunidad» tiene sus raíces en la comunidad, sirve a los intereses de la comunidad, y frecuentemente estimula la participación ciudadana en todos los niveles.

(8) «Reenmarcando la ciencia y otras tradiciones del conocimiento local» (Reframing science and other local knowledge traditions), David Turnbull (pp. 551-562).

Reconocer a la ciencia como un conjunto de prácticas locales hace posible «descentrarla» y desarrollar un marco de referencia dentro del cual todos los sistemas de conocimiento pueden ser comparados equitativamente. Se argumenta que todas las tradiciones de conocimientos son espaciales, en tanto que vinculan a personas, lugares y habilidades. Para asegurar la existencia continuada de la diversidad de tradiciones de conocimientos, en lugar de que ellas sean absorbidas en el gran archivo imperialista, necesitamos permitir que tradiciones de conocimientos muy dispares trabajen juntas a través de la creación de un tercer espacio en el cual pueda negociarse la organización social de la confianza.

(9) «Física de los Pie Negro y mentes europeas» (Blackfoot physics and European minds), F David Peat (pp. 563-573).

La ciencia occidental y la «conciencia europea» son contrastadas con las de los pueblos indígenas y tradicionales. Se examina la metafísica de los Pie Negro de Norteamérica y esta visión de un mundo inanimado. Se argumenta que algo similar existió en Europa en la Edad Media temprana, pero que la secularización del espacio, tiempo y materia pavimento el camino para el desarrollo de la ciencia. Podría ser posible una nueva ciencia que combine el actual poder de abstracción y análisis con una «subjetividad impersonal».

(10) Reseña de libro: «Física de pie negro» (Blackfoot physics, F. David Peat London, Fourth Estate, 1995, 30 pages), Gail Boxwell (pp. 575-578).

(11) Reseña de libro: «Ciencia» (Science, Steve Fuller Open University Press, Buckingham, UK, 1997), Jerome R Ravetz (pp. 578-580).

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