Vol. 34, No. 1, Febrero 2002


Publicado en: miércoles 27, febrero, 2002

(1) «Desenganchando las disciplinas: historia y las ciencias sociales en el nuevo milenio» (Unhitching the disciplines: history and the social sciences in the new millennium), V. Lal (pp. 1-14).

(2) «Estudios de la selva: el estado de la antropología» (Jungle studies: the state of anthropology), John Hutnyk (pp. 15-31).

El proyecto antropológico, cansado y exhausto luego de años en busca de una «absolución metodológica», permanece enfangado en una espiral de auto-dudas y una «crisis» auto-indulgente. La enseñanza antropológica continúa las propias complicidades que una reflexión autocrítica profesaba evitar; la coptación e incorporación, incluso durante los mejores tiempos. Este ensayo se pregunta, ¿qué podría romper el ciclo de «regocijo suicida» por un «fin de la antropología» que nunca llega, que sigue siendo enseñado de nuevo una y otra vez? Nietzsche sugirió una vez que a lo que se está cayendo habría que empujarlo. Una antropología reconfigurada sería una disciplina diferente, quizá dando a las áreas de producción de conocimiento un propósito que no fuse totalmente esclavo de los mismos intereses de poder. Hay mucho por clarificar.

(3) «Como la disciplina de la geografía exacerba la pobreza en el Tercer Mundo» (How the discipline of geography exacerbates poverty in the Third World), Lakshman Yapa (pp. 33-46).

La sabiduría convencional nos informa que la pobreza representa una falta de desarrollo; naturalmente, el desarrollo económico es visto como la respuesta al problema. Contrariamente a ello, el autor argumenta que la pobreza es una forma de escasez inducida por el propio proceso de desarrollo. La materialidad del problema de pobreza no existe independiente de los discursos que hemos construido para comprenderlo. Al esconder como el desarrollo induce escasez, el discurso de la ciencia social está implicado como agente causal de la pobreza. Empleando un marco de referencia de razonamiento postestructural, el autor defiende este argumento examinando como los geógrafos de la corriente principal (en la tradición espacial) han mirado a los temas de la pobreza y el desarrollo.

(4) «Economía y el futuro recordado» (Economy and the remembered future), Roby Rajan (pp. 47-61).

El milenio amanece con las tensiones de un dueto: multiculturalismo en cultura y globalización en economía. Mientras que el primero clama ser la última palabra en pluralismo, la segunda se ve a sí misma como habiendo inaugurado una edad más allá de la ideología. Este doblete ha sido capaz de instalarse a sí mismo como un universal reinante debido a un olvido colectivo. A través de una política de la memoria derivada de la noción de recuerdo de Walter Benjamin, se argumenta que lo mítico todavía acecha dentro de las profundidades de la máquina económica multicultural, y todavía es capaz de infiltrarse de regreso en el orden global postmoderno, disparando un resbalón en su interior. La economía y las instituciones a las que sirve para legitimarlas, se ven forzadas a trabajar continuamente para mantener a raya a este espectro.

(5) «Teoría política: porque parece universal, pero en realidad no lo es» (Political theory: why it seems universal, but isn’t really), C. Douglas Lummis (pp. 63-73).

Con su reivindicación de ser la ciencia maestra, la teoría política da la apariencia de ser una disciplina universal. Sin embargo, existen pocas disciplinas académicas tan tercamente eurocéntricas como ella, tanto en su falta de deseos de aceptar a los no occidentales en su canon de teóricos, como en su falta de deseos de abordar temas no occidentales. Por supuesto, esto se basa en buena medida en simples prejuicios; pero también existen razones estructurales para ello. La teoría política occidental no es simplemente una colección de los mejores libros sobre la material. Es un diálogo y, como tal, es una historia; sus ideas clave toman su significado en el contexto de esa historia. Así, la exclusión de trabajos políticos que no jugaron ningún papel en esa historia no es un juicio sobre su valor intrínseco. Al mismo tiempo, la teoría política occidental es la teoría (la explicación, la justificación y la crítica) de la forma política que hoy tiene la hegemonía en el mundo: el estado soberano. Así, aunque la teoría política occidental está lejos de ser universal en principio, contiene mucho que es relevante a la actual situación de cualquiera que viva bajo un estado soberano, esto es, prácticamente todo el mundo. Pero es importante no confundir esta «aplicabilidad amplia» con «universalidad».

(6) «¿Cuál historia? Encuentros con el historicismo, posmodernismo, poscolonialismo» (Whither history? Encounters with historicism, postmodernism, postcolonialism), Arif Dirlik (pp. 75-90).

El cuestionamiento postmodernista de la reivindicación de los historiadores de la verdad histórica ha creado una sensación de crisis en la conciencia histórica. Este ensayo argumenta que la crisis no es una crisis en la escritura de la historia, en tanto que la mayoría de los historiadores siguen haciendo todo como hasta ahora, sino una crisis en el significado cultural de la historia. Mientras esta crisis ha sido asociada con el llamado «giro lingüístico» que resultaría en un cambio de paradigma en la historiografía en la década de los 1970, tiene otras dimensiones importantes, que incluyen el cuestionamiento del Tercer Mundo de la comprensión euro-americana del pasado y, quizá todavía más importante, la intrusión en las representaciones del pasado de los nuevos medios. El ensayo argumenta que las nuevas clases de historia que han aparecido desde la década de los 1970, desde la historia de las mujeres hasta la historia de los movimientos sociales y la «microhistoria», han contribuido ellos mismos a la complicación de nuestra comprensión del pasado y lo que podría denominarse historias de la postmodernidad. Sugiere que los historiadores han asumido siempre lo tentativo y contingente de los reclamos de verdad histórica, y argumenta en contra de un pánico prematuro sobre el estado de la historia. El constructivismo llegó para quedarse, pero eso no necesariamente apunta en dirección hacia la desaparición de la historia, sólo hacia maneras más complicadas de asir el pasado.

(7) «El futuro de los estudios de la ciencia» (The future of Science Studies), Shiv Visvanathan (pp. 91-101).

Los estudios de la ciencia sufren de un sentido de ser secundarios. Pueden abandonar esta inferioridad si se resitúan en términos de una política del conocimiento. Los estudios de la ciencia deberían dejar de verse como un parche en la colcha de materias y leerse a sí mismos como una mediación creativa entre conocimiento y poder. Ello se ilustra en términos del surgimiento de estudios de la ciencia en la India. La India oficial enfatizó la política científica como una extensión del estado-nación. Los estudios de la ciencia surgieron como una respuesta al cuestionamiento hecho por las políticas científicas al contrato social entre ciencia y estado en India. Los estudios de la ciencia emergieron como una parte de la sociedad civil luego de la Emergencia de 1975 y entre movimientos sociales más que como una materia académica profesionalizada. Intentando crearse una identidad, los estudios de la ciencia se movieron a través de cuatro ejes de posibilidad: la ciencia de la ciencia; la ciencia interdisciplinaria; la transciencia; y la ciencia alternativa. La segunda parte del artículo vincula los estudios de la ciencia con la imaginación democrática. Argumenta que el ciudadano debe verse como un científico, una persona de conocimiento y no solamente como un consumidor y votante. El ciudadano se vuelve así un fideicomisario de formas de conocimiento locales, derrotadas y marginales. Su papel real está en mejorar la imaginación democrática, proporcionando metodologías de resolución de conflictos y marcos de referencia de conocimiento plurales para la justicia cognitiva, emergiendo así como un sitio para imaginarios de disenso contra el régimen global emergente.

(8) «El llamado por una transdisciplinariedad creativa» (The calling of a creative transdisciplinarity), Ananta Kumar Giri (pp. 103-115).

Se presenta un enfoque relacional al problema de los estudios interdisciplinarios y se plantean argumentos para repensar nuestra identidad disciplinaria desde nuestro punto de vista de experiencias y aspiraciones de participación transdisciplinaria. Pero la participación transdisciplinaria requiere superar nuestro chovinismo disciplinar y una apertura a las perspectivas de otras disciplinas. En la participación transdisciplinaria, la otra perspectiva, las otras disciplinas, necesitan reconocimiento y una invitación al núcleo duro del yo disciplinario, y para ello el método y weltanschauung de la investigación interdisciplinaria convencional no es suficiente. La investigación interdisciplinaria llama ahora a una interrogación transdisciplinaria, apertura y enriquecimiento que transforme las esperanzas piadosas y los deseos de interdisciplinariedad en una llamada de esfuerzos de transdisciplinariedad.

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FJBS Admin