Vol. 35, No. 10, Diciembre 2003


Publicado en: miércoles 31, diciembre, 2003

(1) «Primeros pasos: hacia actividades con propósito en el pensamiento por escenarios y estudios de los futuros» (First steps: towards purposeful activities in scenario thinking and future Studies), George Burt, Kees van der Heijden (pp. 1011-1026).

En este artículo los autores contribuyen a la comprensión del campo del desarrollo de escenarios y los estudios de los futuros, lo que ha sido un debate clave en la revista Futures en los últimos tres o cuatro años. Nuestra contribución está menos en los asuntos filosóficos que rodean a los estudios de los futuros y más en los obstáculos que enfrentan quienes están interesados en practicar en el área de planeación por escenarios y estudios de los futuros. Los asuntos presentados y discutidos en este artículo surgen de varios proyectos de investigación del aprendizaje por acción que los autores han realizado con empresas de tamaño pequeño y medio en Escocia, mismas que han adoptado el desarrollo de escenarios por primera vez como parte de su administración estratégica y proceso de aprendizaje. Su investigación tiene como objetivo identificar y comprender los obstáculos que deben ser superados cuando tales organizaciones consideran la adopción del desarrollo de escenarios o estudios de los futuros. La contribución está diseñada para, primero, ayudar a quienes están en el campo del desarrollo de escenarios y los estudios de los futuros a tener en mente estos obstáculos y a construir una relación de confianza entre los practicantes de los escenarios y sus clientes y, segundo, ayudar a los administradores que están dispuestos a involucrarse en tales actividades a entender mejor el propósito de dichos trabajos. Primero los autores identifican tres obstáculos: (a) cultura organizacional (i.e., suposiciones tácitas sobre el desarrollo de escenarios y estudios de los futuros); (b) un estado mental de «clientes»; y (c) el miedo de enfrentarse con el exterior/miedo del futuro. Argumentan que estos obstáculos son una amenaza seria para la relevancia y efectividad de los trabajos de futuros. Argumentas que es necesario comprender mejor estos obstáculos como una base para mejorar el impacto y la contribución que pueden hacer el desarrollo de escenarios y los estudios de los futuros. Posteriormente en este artículo, los autores proponen un marco de referencia para ayudar a entender el propósito del desarrollo de escenarios o de los trabajos de estudios de los futuros. Este marco de referencia puede emplearse al inicio de cualquier compromiso o estudio, para ayudar al «cliente» a identificar el propósito de tales trabajos y para entender su papel y alcance. Argumentan que este marco de referencia contribuye a un desarrollo de escenarios y estudios del futuro con mayor propósito, más relevantes y convertibles en acción en el futuro. A menos que haya cambiado algo en las mentes de los administradores, un proyecto de escenarios puede considerarse que ha fallado (Harvard Bus. Rev. 63(6) (1985) 139). Yendo un paso más adelante, los autores argumentan que a menos que pase algo tangible como resultado del desarrollo de escenarios y los estudios de los futuros, hemos perdido el tiempo.

(2) «Predicción, explicación y la epistemología de los estudios de los futuros» (Prediction, explanation and the epistemology of Futures Studies), Paul Dragos Aligica (pp. 1027-1040).

Este artículo es una contribución al desarrollo de los cimientos epistemológicos de los estudios de los futuros. El artículo empieza presentando el modelo de «ley de cobertura» convencional que asevera la simetría entre predicción y explicación, un modelo que sigue disminuyendo la autoridad de los estudios de los futuros como disciplina, a pesar del hecho de que el positivismo lógico, el paradigma epistemológico que los inspiró, ya no es el dominante. Luego el artículo bosqueja la fatal debilidad del modelo, mostrando cómo a partir de sus críticas surge el prospecto de una epistemología coherente y robusta de la predicción. Se hacen dos puntos importantes: primero, que la argumentación predictiva no es demostrativa, sino meramente evidencial. Por lo tanto, las estructuras argumentativas de la lógica formal del tipo «ley de cobertura» son inadecuadas para hacer un recuento completo y preciso de la argumentación y la práctica predictivas. Si la naturaleza de los argumentos predictivos es evidencial, entonces la epistemología de la predicción debería basarse no en la mera lógica formal, sino en una teoría más amplia de la argumentación. Segundo, las críticas iluminan el complejo problema de los tipos de conocimiento e información empleados en los argumentos predictivos para construir evidencia. El conocimiento explícito y formalizado y la evidencia estadística no son suficientes para un procedimiento predictivo exitoso. La información de antecedentes y el conocimiento local y tácito juegan un papel importante sorprendente en los argumentos y procedimientos predictivos y ello tiene consecuencias epistemológicas importantes. Uno de los retos más difíciles que tuvieron que enfrentar los estudios de los futuros desde su creación como disciplina ha sido el hecho de que en una era dominada por el legado del positivismo lógico, el proyecto de los estudios de los futuros parece epistemológicamente extraño y no empata con los estándares rígidos de la investigación científica impuestos por la corriente dominante del canon positivista. A pesar de sus avances impresionantes en teoría, metodología y aplicaciones, la sombra arrojada sobre ellos por el hecho de ser epistemológicamente sospechosos para la corriente filosófica dominante debilitó buena parte de su credibilidad y autoridad como disciplina. Aún ante la retirada del positivismo como paradigma dominante la situación en este respecto permaneció frustrantemente disfuncional. Así, no causa sorpresa que muchos académicos prominentes en el campo argumentasen que una epistemología para los estudios de los futuros se había demorado mucho y que, dadas las actuales circunstancias intelectuales, el esfuerzo para desarrollarla se había vuelto una de las principales prioridades del campo. Los estudios de los futuros tenían que establecer sus credenciales epistemológicas de una manera clara y robusta y así reclamar su influencia y legitimidad socavadas por el positivismo lógico frente a la comunidad académica. Sin duda la principal fuente del daño causado por el positivismo lógico a los fundamentos epistemológicos de los estudios de los futuros no fue ni la rígida metodología que implica ni su ultra empiricismo, sino su ampliamente aceptada e influyente teoría de explicación. El quid de esa teoría es que explicar y predecir eventos son lógica y metodológicamente idénticos. Es cierto que los positivistas estaban interesados en desarrollar una teoría de la explicación y no de la predicción, pero, debido a la supuesta simetría entre las dos, de manera natural emergió una teoría completa y análoga de la predicción, por implicación de la teoría de explicación. Este modelo, y la relación entre predicción y explicación implicada por él, se han elevado a una posición dominante y se han vuelto la columna vertebral de la epistemología y la teoría de las ciencias durante un par de décadas. El problema es que el valor que le ha dado tanto a la explicación como a la predicción es incompleto y en muchos sentidos dañino para la práctica explicativa y predictiva. Al atar a las dos juntas en un marco conceptual rígido, ha limitado arbitrariamente sus dominios y debilitado la legitimidad epistemológica de muchos de los métodos, prácticas y enfoques asociados con ellas. En el caso de la explicación, el modelo, aunque adecuado para muchos tipos importantes de explicaciones científicas, no es aplicable a todos los dominios científicos. Definitivamente no da cuenta completa de la explicación y las consecuencias de la camisa de fuerza que le ha impuesto a la investigación científica son apreciables. Al imponer a la predicción como un concepto y criterio para la explicación fundamental, el modelo epistemológico positivista establece estándares que muchas disciplinas nunca podrán alcanzar por su misma naturaleza. Como consecuencia, dichas disciplinas fueron relegadas afuera del dominio propio de la ciencia. El resultado fue un largo y doloroso debate innecesario en todas las disciplinas afectadas por ese criterio de demarcación, un debate estéril que continúa hasta la fecha en, por ejemplo, las ciencias políticas o la sociología. Pero el impacto del modelo sobre la predicción fue todavía peor. La difusión de la creencia en la identidad de los procedimientos científicos predictivos y explicativos debilitó en un nivel fundamental los esfuerzos por reflexionar sobre la naturaleza y potencialidades de procedimientos predictivos diferentes de aquellos empleados para la explicación. El legado de este estado de cosas sigue sintiéndose de manera muy fuerte en los estudios de los futuros. Sin embargo, es interesante subrayar que eso no ocurre debido a que la disciplina haya abrazado el modelo positivista. Los académicos de los futuros, familiarizados con las complejidades del pensamiento orientado hacia el futuro, nunca tomaron dicho modelo con seriedad. Pero fuera de la esfera de sus propios teóricos y practicantes, el campo de los estudios de los futuros todavía es percibido a través de los lentes epistemológicos formados por el modelo positivista. La verdad es que la legitimidad y categoría de los estudios de los futuros depende de la posición que el campo pueda validar para sí mismo el foro de epistemología y metodologías científicas dominante. Y la realidad es que la asimetrtía epistemológica entre explicación y predicción no ha sido reconocida y considerada adecuadamente fuera del campo en la epistemología o la teoría social, y que los académicos de los estudios de los futuros no han hecho y dibujado la distinción de manera suficientemente convincente. La discusión de la metodología específica de la predicción -un tema que con unas pocas excepciones ha sido descuidado por los propios filósofos de las ciencias- no ha podido incorporarse a los debates de la corriente dominante de la epistemología y filosofía del conocimiento. Y el obstáculo crucial para ese desarrollo sigue siendo el mito reinante en la corriente dominante en las ciencias sociales de que la explicación y la predicción son o deberían se procesos simétricos. Es interesante notar que desatar a los modelos de predicciones de los de explicación, y abogar por un argumento epistemológico sólido sigue siendo hoy una prioridad para la comunidad de investigación de futuros, tal como lo era hace treinta años. En un artículo que abrió caminos escrito en 1964, Hellmer y Rescher escribieron: «En tanto uno crea que explicación y predicción son contrapartes metodológicas estrictas, es razonable continuar aplicándose sólo en los problemas explicativos de una disciplina, con la expectativa de que sólo las herramientas forjadas así serán después usables con propósitos predictivos. Pero una vez que esta creencia es rechazada, surge el problema de un método específicamente predictivo, y se vuelve pertinente investigar las posibilidades de procedimientos predictivos autónomos de los empleados para la explicación». Durante las últimas décadas los estudios de los futuros hicieron progresos importantes en teoría, metodología y aplicaciones. Pero todavía tienen que hacer un planteamiento convincente para ganar legitimidad epistemológica fuera de su propio campo. La tarea es clara: traducir a los términos de la corriente epistemológica dominante las percepciones ganadas por la disciplina y colocarlas dentro de los debates en proceso en la filosofía de las ciencias y la teoría del conocimiento. Ese esfuerzo y la batalla epistemológica por el futuro y el reconocimiento del campo son todavía más urgentes hoy cuando el lugar del positivismo lógico está lleno de un número de enfoques dispersos que pueden conducir a una visión más amplia y más realista de la explicación, pero que continúan despreciando el asunto de la predicción. Así, a pesar del cambio en el clima de la opinión filosófica, el asunto de la predicción está en peligro de permanecer fuertemente atado en su enredo con la explicación y de continuar poco sabiamente con el legado del modelo positivista. Por tanto, es todavía más importante hoy desacoplar la teoría de la predicción de la teoría de la explicación, contribuyendo así a la elaboración de un planteamiento fuerte a favor de una epistemología autónoma y específica para los estudios de los futuros. Este artículo es una contribución a este esfuerzo de esculpir un terreno epistemológico firme para los estudios de los futuros. Como tal, presenta el modelo clásico de la simetría entre predicción y explicación y luego bosqueja su debilidad fatal, mostrando cómo de esta crítica surge la posibilidad de una epistemología de la predicción coherente, robusta, original y muy interesante. Todo esto se hace estando conscientes del hecho de que la epistemología de los estudios de los futuros no podría reducirse a una mera extensión de una teoría de predicción y que temas tales como los condicionales, contrafactuales y narrativas analíticas relativas a los escenarios, que tienen su propia carga epistemológica, son tan importantes como lo es la predicción. Sin embargo, dada la percepción externa sobre los estudios de los futuros, una percepción que está definida y tiene forma por la noción de predicción, el asunto de la predicción debería se abordado con prioridad.

(3) «Investigando el futuro: ¿método o locura?» (Researching the future: method or madness?), Eddie Blass (pp. 1041-1054).

Este artículo examina los asuntos metodológicos detrás de los estudios de los futuros, preguntándose si es posible postular que un estudio de los futuros es metodológicamente «sólido», y criticando como la metodología de los futuros encaja dentro de los paradigmas metodológicos actualmente reconocidos en el campo de la investigación. También se examina en qué medida la metodología de futuros puede ser considerada como un paradigma en su propio derecho, así como las suposiciones fundacionales de los estudios de los futuros. Mientras que toda la evidencia plantea muchas preguntas sobre la forma de la metodología de futuros, la falta de claridad no hace que un estudio de los futuros sea inválido o poco confiable, y de ahí que obtener significado a partir del caos de los «datos» de futuro asegura que los estudios de los futuros pueden basarse en método más que en locura. ¿Cómo se investiga el futuro? La mera noción de investigar el futuro es una paradoja. La palabra investigar cae dentro de los límites temporales del pasado y el presente, por lo que investigar el futuro parece una imposibilidad lógica. Los intentos por sustentar la metodología en cualquier paradigma o conjunto de constructos único han probado no rendir frutos. En efecto, resulta aparente que cuando se investiga un área que es algo nuevo, en el futuro, que podría constituir un nuevo campo de investigación, se requiere fundamentalmente crear una nueva metodología. Este artículo discute como el desarrollo de una metodología de futuros es un proceso en marcha que no puede ser acotado por las limitaciones del rigor estricto, pero que sin embargo es un enfoque rigurosamente sólido para investigar. Cuando se investiga el futuro, ningún método es apropiado de manera aislada. Mientras que los métodos cuantitativos, tales como los pronósticos, la extrapolación y las series de tiempo, pueden resultar útiles si existen datos numéricos crudos para trabajar, con ellos no se puede ensayar y probar una hipótesis como es el caso en muchos estudios cuantitativos. Dada la naturaleza de «el futuro» en sí mismo, el análisis cuantitativo crudo necesita ser contextualizado e interpretado a la luz de los constructos de futuro supuestos, y los propios supuestos deben ser examinados en cuanto a un posible «arrastre de supuestos» de tal manera que las tendencias y los patrones de olas estén tomados en cuenta.

(4) «Sociedades multiculturales y futuros del diálogo» (Multicultural societies and futures of dialogue), Ram Gidoomal (pp. 1055-1066).

(5) Reseña de libro: «Futuros medievales: actitudes hacia el futuro en la Edad Media» (Medieval futures: attitudes to the future in the Middle Ages, John A. Burrow and Ian P. Wei, (Eds.); The Boydell Press, Woodbridge, UK, 2000, 224 pages, $75.), J. Dator (pp. 1067-1072).

(6) Reseña de libro: «Una nueva democracia: alternativas para un orden mundial en bancarrota» (A new democracy: alternatives to a bankrupt world order, Harry Shutt, Zed Books. 192 pages, 2002, $17.50.), Devin Nordberg (pp. 1072-1074).

(7) «Futuros en la Universidad Tamkang» (Futures at Tamkang University), Sohail Inayatullah (pp. 1075-1077).

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